Publicado Noviembre 14, 2023 | Gonzalo Lopez Musa

BOMBAS SOBRE LONDRES. METAPSICOLOGIA DE LA ESCUCHA DEL ANALISTA

Lo que determina el campo de trabajo del analista tiene que ver con la escucha, es decir, aquellos elementos que constituyen el estado de interrupción de la atención libremente flotante y mueven al analista a poner en movimiento su saber. Este trabajo pretende reflexionar, con alguna ilustración clínica sobre los límites de la escucha del analista y las consecuencias de este sobre el paciente. Palabras Clave Escucha del analista - El campo analítico - Material de Trabajo

BOMBAS SOBRE LONDRES. METAPSICOLOGIA DE LA ESCUCHA DEL ANALISTA

Gonzalo J. López Musa Psicólogo Universidad de Chile Psicoanalista ICHPA; Miembro Titular Sociedad Chilena de Psicoanálisis ICHPA; Miembro adherente Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires APdeBA; Miembro Fundador Winnicott Chile y Grupo Asociación Libre ; Miembro Fundador Diplomado Winnicott UDP;  Miembro del board de los Encuentros Latinoamericanos sobre Winnicott; Codirector de la traducción oficial de las Obras Completas de Donald W. Winnicott al español Magister en Psicoanálisis Universidad Adolfo Ibáñez

 

Al pensar en este trabajo en el que pretendo hablar sobre la escucha del analista, me pareció interesante iniciarlo con una anécdota muy usada y conocida sobre Winnicott (Actas Sociedad Psicoanalítica Británica) que cuenta que en el transcurso de una reunión de trabajo de la sociedad británica del 3 de marzo de 1943 empezó a sonar una sirena avisando de un ataque aéreo, las bombas explotaban a intervalos, los analistas allí presentes seguían sentados y absortos con el artículo “Sobre La Neurosis de Guerra”, Winnicott se levantó, tomó la palabra y solamente dijo: “quisiera señalar que está teniendo lugar un ataque aéreo”.

Esta anécdota se ha usado para señalar la relevancia que Winnicott le dio a la materialidad del mundo externo y sobre todo a la poca importancia que este estaba adquiriendo para los psicoanalistas, sobre todo en el campo kleiniano.

Sin embargo, a propósito de este trabajo, pienso desde el interés y la consecuente escucha de los analistas, quienes en ese momento, por seguir escuchando el texto sobre la neurosis de guerra, dejaron de escuchar las bombas, quedaron sordos a ese sonido, pero no por el ruido ensordecedor del bombardeo, si no que simplemente por no considerarlas un dato, el texto tapó la evidencia y su sonido.

Pareciera que no sólo podemos dejar de escuchar por un tema relacionado con los contenidos del paciente o la contratransferencia del analista, sino que pienso que hay un marco de resonancia planteado por el marco de referencia teórico que podría dejar sistemáticamente fuera de la escucha del analista aquello que estaría representado por las bombas, pero no por su estridencia, por aquello que es difícil de escuchar por distintos motivos relacionados con la intensidad, o por la violencia o por el ataque o por lo insoportable, hasta cierto punto, de la escucha de algunos de los contenidos de los pacientes.

Estoy pensando mas bien en lo que debería sonar como bombas pero que no suena, no es escuchado, no incomoda al analista ni le da la sensación que debería estar escuchando algo, cae en un espacio de silencio no perturbador ni consciente, que surgiría desde la historia de su formación y que dibuja el campo del análisis o el campo de la escucha del analista.

Lo que cae fuera de ese marco no tiene estridencia, no suena ni como ruido ni como música, no es una nota falsa ni un armónico dulce y perfecto, no es melodía conocida ni desconocida, es silencio, es falta de receptor, como decía, es lo que no inquieta ni permite tomar alguna medida al respecto, es mantenerse atento al texto, a lo teorizado sin percibir el ruido, no hay nada que altere la escucha aunque la situación estaría, desde la perspectiva del bombardeo, completamente alterada para el paciente, que escucha las bombas y no sabe qué le pasa al otro que no escucha nada, el analista reacciona como si estuviera hablando tranquilamente de un texto que habla de bombas.

Quiero destacar el hecho que hayan estado leyendo sobre las neurosis de guerra. La lectura intermedia la escucha directa, el texto produce sordera o una suerte de dirección de la escucha que probablemente está determinada por la dirección de la cura y el foco de lo libremente flotante.

Ahora bien, me parece necesario, al hablar de la escucha plantearnos la pregunta sobre el material con el que el analista trabaja, no me voy a referir al modo cómo trabaja el material, ni a las herramientas que utiliza para abordar el contenido extraído de la escucha de la sesión, si no que a aquello que se constituye como material de trabajo, lo que posee la cualidad de alertar al analista e interesarlo, sacarlo de la atención libremente flotante y ponerlo a trabajar sin saber previamente qué va a ocurrir con esa intervención o lo que sea que produzca el analista con su paciente.

De acuerdo al diccionario de Laplanche y Pontalís, material es un término utilizado corrientemente en psicoanálisis para designar el conjunto de palabras y comportamientos del paciente, en cuanto constituyen una especie de materia prima que se ofrece para las interpretaciones y construcclones. La noción de material subraya un aspecto esencial de las producciones de origen inconsciente, a saber: su alteridad con respecto al sujeto consciente, ya sea porque el analizado las considere, desde un principio, como relativamente extrañas a su personalidad y constituyendo, por este mismo hecho, un material, ya sea porque, como uno de los primeros efectos del trabajo analitico y de la aplicación de la regla fundamental, se da cuenta del aspecto sintomático, incoercible, de un determinado comportamiento y lo considere entonces como irreductible a sus motivaciones conscientes, como un material a analizar. (Laplanche, J. y Pontalis, J.B. 1968)

En sus primeros textos técnicos Freud nos direcciona la escucha hacia lo traumático, el foco de atención hacia lo producido por el paciente en estado de hipnosis, luego agrega la facilitación por medio de un artilugio, nos dice, la presión de la mano en la frente y finalmente por este hablar “como si habláramos de bueyes” dice Freud, que nos llevaría a levantar el síntoma y devolverlo a la salud. El enfermo sólo se libera del síntoma histérico reproduciendo las impresiones patológicas causadoras y declarándolas bajo una exteriorización de afecto, la tarea terapéutica consiste sólo en moverlo a ello, y una vez solucionada esta tarea no le resta al médico nada mas por corregir o cancelar (Freud, S. 1893-95). Esta idea inicia un camino largo y trabajoso de desarrollo de nuevos sustratos teóricos a la escucha, la que se fue modificando y replanteando, pero también perturbando y ensordeciendo con los nuevos postulados que iban redefiniendo el campo del análisis y el material de trabajo aportado por el paciente -a través de la siempre relevante asociación libre- incluyendo finalmente la interpretación de la transferencia, el trabajo de la resistencia y el núcleo edípico de la neurosis transferencial.

En Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica dice: “orientamos directamente el trabajo hacia el hallazgo y la superación de las «resistencias», y nos consideramos autorizados a esperar que los complejos se dilucidarán con facilidad tan pronto como aquellas hayan sido discernidas y eliminadas” (Freud, S. 1910. Pág. 136) Esto es relevante por que previamente a Freud, esta escucha no existía al servicio de un modelo de cambio psíquico y de resolución de padecimiento, queda esto claro cuando en su pasantía en París le plantea a Charcot una idea que resulta central para el psicoanálisis. El síntoma como un lenguaje que sería interesante escuchar y que podría aportar a dilucidar el enigma de la causa y la cura de la histeria. Sin embargo, la recepción del maestro no fue buena, la hipótesis de lo orgánico tapaba el discurso del paciente, sin inquietud, sin perturbación para el médico, que es lo que estoy puntualizando acá. Quiero destacar con esto que el desarrollo teórico del psicoanálisis aportado por Freud abrió la escucha a lo desdeñable del discurso, a los contenidos apartados del interés de otras disciplinas tanto de su época como de la actualidad. (sueños, actos fallidos, lapsus etc.).

Posteriormente se fue complejizando el lugar y la formación del analista con el desarrollo interno de la disciplina y con los distintos autores que fueron aportando a una escucha que ha ido develando los nuevos materiales escuchables, los que nos inquietan y que forman parte del interés del analista para devolver a su paciente a un estado saludable, de buena o mejor vida. Dice Freud en la Conferencia 27: En la medida en que su trasferencia es de signo positivo reviste al médico de autoridad y presta creencia a sus comunicaciones y concepciones. Sin esa trasferencia, o si ella es negativa, ni siquiera prestaría oídos al médico o a sus argumentos. ( 1917 [1916 – 1917]) Nos plantea que no hay que prestar oido a la transferencia positiva, destacando su importancia sólo en relación al rapport positivo y contribuyendo al éxito del tratamiento (me refiero con esto a que no se trabaja con ella, no se interpreta) solo usarla como una aliada del análisis puesto que le da credibilidad y poder al analista, es decir, deja de inquietarme y queda fuera del campo de la escucha, como Charcot, dejo de prestar oido a lo dicho y supongo teoricamente algo que me deja sordo, sin interés en lo que allí está ocurriendo puesto que no constituye material para el análisis. Pero Freud, junto con mantener y aguzar el oído, atento a la transferencia, fue entonces perdiendo el oído a la sugestión como una presencia inevitable (trasferencia positiva).

En este sentido, su distanciamiento con Ferenczi tuvo que ver no sólo con consideraciones técnicas (la técnica activa o el análisis mutuo) si no que fundamentalmente, a mi entender, por que esté último plantea la necesidad de reconsiderar y teorizar sobre la participación inevitable de la sugestión en el análisis. Para Freud esto era una vuelta atrás en el desarrollo de su disciplina que no estuvo dispuesto a “escuchar”, dibujando así el campo de la escucha oficial y del interés oficial de los psicoanalistas durante muchos años. Por el contrario, la transferencia que no es de signo positivo, presenta el sonido más fuerte, perturbador e inquietante para el proceso. Hemos entrenado el oído de una manera sistemática y acuciosa para poder escucharla y trabajarla, lo que queda fuera de la transferencia requiere de una escucha diferente y depende del analista si lo considera o la pasa a ruido ambiental, es decir, lo que no es tema para el análisis y que no requiere de intervención alguna o en el mejor de los casos, requiere de alguna intervención diferente. Melanie Klein en su relato del psicoanálisis de Ricardito nos dice en la introducción: “El psicoanálisis es un proceder científico cuya técnica contiene principios científicos.

En cada momento nos enfrentamos con una serie dominante de angustias, emociones y relaciones de objeto, y el contenido simbólico del material del paciente tiene un significado preciso y exacto en relación con este tema dominante. Este libro trata de mostrar el procedimiento analítico que consiste en seleccionar los aspectos mas urgentes del material e interpretarlos con precisión. Las reacciones del paciente y las asociaciones siguientes constituyen nuevo material que a su vez debe ser analizado recurriendo a los mismos principios. Por lo menos es necesario hacer una interpretación por cada sesión”. (1948. pág. 14) Dejando de lado la idea psicoanalítica de “a posteriori”, esto nos genera una idea de interpretación correcta, algo que escuchar.

Al relatar su trabajo, nos habla de las dificultades de la elaboración debido a lo corto del tratamiento, solo 4 meses, pero nos asegura su firme propósito de hacerlo igualmente con la interpretación de las angustias mas profundas y trabajar con la transferencia incluida la negativa. Estaba convencida que por mas difícil que fuera la situación, el análisis de las angustias reactivadas por su miedo a la guerra era el único medio que tenía para ayudarle eficientemente. Nos dice Klein, “Estaba consciente de mi contratransferencia positiva, pero estaba en guardia, creo que he logrado salvar los peligros a los que puede llevar el sentir una gran simpatía por el paciente y por sus sufrimientos y la consecuente contratransferencia positiva”. (pág. 21).

Recuerdo en este momento el diario clínico de 1932 de Ferenczi titulado Sin simpatía no hay curación y me pregunto sobre la escucha de los analistas en ese momento de la guerra de bombardeos sobre Londres y su atención a la realidad de las angustias y temores profundos provocados por la guerra en si misma, incluido el de ellos mismos, Klein no nos dice si parte de su simpatía por este niño - a la que trata como un aspecto que debe ser sacado del marco de trabajo del analista, tal como lo plantea Freud con su idea del cirujano con el bisturí - no hubiera tenido que ver con su propio temor razonable en época de guerra y por sus seres queridos. Tal vez si no la hubiera tratado como contratransferencia positiva podría haber enriquecido su escucha a su paciente.

La contratransferencia planteada por Freud en su texto Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica (1910) como algo que debe ser combatido por el analista y que apunta a la necesidad de su propio análisis, puede generar una confusión con los sentimientos reales del analista y ser tratada como material del paciente, tal como nos lo dice Winnicott en su texto Odio en la contratransferencia, (1931-1956) haciendo intervenir a la interpretación en vez de a la escucha de las bombas que están cayendo. ¿Dónde queda el temor real a la guerra?, ¿a la separación real producida por la recolocación de los niños alejados de sus padres para protegerlos de los bombardeos precisamente?, ¿el temor a Hitler no sólo como lo simbolizado por el personaje Hitler – Papá – vagabundo, sino que el sujeto que estaba invadiendo Europa?. Ricardito está descrito por la analista como un niño inteligente, informado y con mucha claridad respecto de la guerra y sus peligros, estaba viviendo fuera de Londres con sus padres pero estaba separado de su padre durante la semana para asistir a su análisis con Klein (sesiones de lunes a sábado), atemorizado por el devenir de la guerra, de la que estaba muy informado leyendo varios periódicos a la vez.

La guerra, las bombas, el temor, la separación, la muerte son materiales de trabajo para la analista que activan sus ansiedades más tempranas y profundas y con esto creo que no puede escuchar las bombas que realmente están cayendo y las repercusiones que esto tiene en su paciente. Por lo menos no lo incluye en su relato del análisis de este niño, no hace en ninguna parte del texto, una alusión a la guerra que se estaba desarrollando en Europa y al hecho que aspectos importantes del análisis de Ricardito y su duración estaban determinados por la guerra. Al actuar como si fuera un análisis normal y sin fecha de término, advertido por la autora al inicio del relato, se empieza a dibujar la sordera de la analista. Todo este material está puesto en escena fundamentalmente en la relación entre el analista y el paciente, en la transferencia, y la interpretación del material está llevada a ese campo, lo que queda fuera de ese campo es complejo de trabajar y nos lleva a lo que hoy podemos entender como los bordes del psicoanálisis. En el caso de Ricardito, al hablar de su hermano que se encontraba en el frente, pero por el que igualmente siente celos, el material seleccionado por la escucha decanta a los celos y el deseo de destruirlo por sobre la preocupación y el temor a la muerte de su hermano, seguramente presente en la familia.

El temor derivado de las relaciones sexuales de sus padres tapó en la escucha a la guerra y la bomba cercana al jardín. La pulsión sexual predomina por sobre la de conservación, que podríamos acordar que en periodos de guerra adquiere una cierta notoriedad para todos nosotros. En el decir de Roussillon (1991), incluso Freud en los primeros momentos de su trabajo y tratando de definir las neurosis habló de las neurosis actuales y las de defensa, planteando que lo más general era encontrarse con una versión no pura de alguna de ellas, Mezcla de neurosis actuales con neurosis de defensa, mezcla de lo real material, de la acumulación por falta de descarga con defensa y transformación por medio de la represión, lo que conlleva la propuesta de lo inevitable de la mezcla del oro puro de la interpretación de la transferencia con el cobre de la sugestión, el analista quedaría forzado, en las palabras de Rousillon a elegir entre el interés del análisis y el interés terapéutico del analizando. (1991)

En lo que él llama situaciones fronterizas del análisis, lo prehistórico y pre objetal aparecen a la escucha del material, ampliando nuevamente el campo de la escucha y de la inquietud del analista. Pienso que lo que queda por fuera del análisis, establecido por el criterio de analizabilidad y la traducción de lo inconsciente, en realidad quedó fuera de la escucha y del interés del analista, sin embargo, las diferentes escuelas y autores han ido incluyendo a la escucha escenas anteriormente excluidas y por lo tanto han ido apareciendo nuevos ruidos transformados en lenguaje para el interés del analista.

Nuestro campo se ha ido ampliando, pero sobre todo, los analistas nos hemos ido inquietando con las bombas, sobre todo en Latinoamérica donde vivimos experiencias reales en las que las dictaduras, la desaparición de las personas, la tortura y la muerte, los militares en la calle fueron en aquella época, interpretados por los analistas en las sesiones y dejados en silencio al igual que las bombas de la época de Winnicott en la segunda guerra y en Ricardito cuando cuenta a Klein de una bomba que había caído cerca de su jardín y el susto de la cocinera. Nuestra escucha está delimitada ciertamente puesto que hay un campo de trabajo constituido por nuestra teoría y nuestra técnica. Pero pienso que no preocuparnos por lo que no nos preocupa expone a nuestros pacientes a la locura producida por la desestimación de las bombas que sólo él escucha y que por lo tanto no puede diferenciar de una alucinación.

Referencias Bibliográficas

  • Klein, M. (1948) Relato del psicoanálisis de un niño. En Obras Completa 5. Buenos Aires: Paidos - Horme
  • Freud, S. - (1893) Sobre la psicoterapia de la histeria. En Obras completas, 2. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
  • (1910) Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica. En Obras completas, 11. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
  • (1917 [1916 – 1917]) Conferencias de introducción al psicoanálisis (Conferencia 27. La trasferencia). En Obras completas, 16, pp. 392 – 407. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
  • Laplanche, J. Y Pontalis, J.B. (1971) Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona, Editorial Labor
  • Rousillon, R. (1991) Paradojas y situaciones fronterizas del psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu Editores
  • Winnicott, D.W. (1931-1956) El odio en la contratransferencia. En Escritos de pediatría y psicoanálisis. Barcelona: Edit. Laia.